Tras presentarse, y mientras nos contaba una experiencia previa como colaboradora en una clase de Infantil años atrás, nos entregó unos papelitos de colores para notas. Más tarde, indicaría su finalidad.
Algunas sonrisas se atisbaban cuando Loli contaba ciertos “malos usos” que algunas personas les daban a los libros: Matar mosquitos, calzar una mesa… ¡Por no hablar de quienes no saben pasar sus páginas con cariño o los tiran a la basura! “Los libros no se maltratan”, concluía nuestra invitada, dándonos ideas para alargar la vida de los libros e incluso hacerlos eternos: forrarlos con papel de periódico, donarlos a asociaciones…
La importancia de la entonación en la lectura y la de respetar los signos de puntuación fueron otros aspectos que Loli abordó en su intervención. Ejemplificaba su propósito con este sencillo ejemplo:
“El niño dice, Pepe no viene”
“El niño, dice Pepe, no viene”
Insistió nuestra invitada en una idea que para nosotros es fundamental: el aprendizaje lingüístico en el contexto. Es decir, aprender palabras o expresiones en situaciones que nos harán comprender de la mejor forma posible el significado y uso de esas palabras y expresiones. Sin duda, la lectura es generadora de contextos y por tanto, nos ayudará a ampliar el vocabulario. Loli nos sugería recordar al acostarnos alguna nueva palabra o expresión aprendida durante el día, a la vez que nos animaba a escribir una de ellas en uno de los papelitos de notas entregados para compartirla con los compañeros en el mural de clase “Palabras de la semana”. Esas “curiosidades para compartir”, como ella las llamaba, están teniendo éxito y espero que no decaiga el entusiasmo.
Después, Loli nos leyó un texto escrito especialmente para la ocasión por una persona muy cercana a ella y que la invitada se ha brindado a facilitarnos para que siempre podamos volver a él y recordarlo. Como broche final, nos enterneció “The fantastic flying books” y nos emocionaron las palabras de Loli, que abrió su corazón a nosotros de una forma muy especial.
Hicimos entrega a nuestra invitada de un señalador de libros firmado por toda la clase como recuerdo de tan bonita experiencia. Más tarde, nosotros nos hicimos otro para no olvidar nunca este día.
GRACIAS A TODOS CUANTOS HICIERON POSIBLE ESTE DÍA.
LOS LIBROS TIENEN ALMA (Texto leído por Loli en clase).
Cuando era tan solo una niña soñaba con las cosas que suelen soñar todas las personas pequeñas. Soñaba con volar muy alto y poder llegar de un lugar a otro del mundo en tan solo un segundo. Soñaba con poder ser invisible y enterarme de todos los secretos de los adultos de mi alrededor. Soñaba con poder detener el tiempo y ser un superhéroe. Pero día tras día, esos sueños se iban haciendo cada vez más difíciles de alcanzar y comprendí que era imposible, que jamás conseguiría nada de eso y dejé de soñar.
Pero un día, quizás el día más importante de toda mi vida, me sucedió algo increíble, algo que jamás he olvidado y que gracias a eso, he aprendido muchísimo: Me regalaron mi primer libro.
Al principio, no fue el regalo que más me gustó y tardé en apreciarlo algunas semanas, pero algo extraño pasó cuando lo abrí por primera vez. Lo primero que me llamó la atención fue su olor, ese olor tan particular que nunca antes había percibido. Entonces me pregunté, ¿de dónde vienen los libros? Pensaba que alguna persona en algún lugar del mundo escribiría muchos libros y los vendería a las tiendas para que alguien los comprara, y rápidamente pude observar que en la portada de mi libro había escrito: 3ª edición... ¿3ª edición?... Como no sabía qué significaba, le pregunté a mis padres. Ellos me explicaron que los libros tienen una vida muy larga hasta que llegan a las manos de los lectores. Un escritor o una escritora pasa meses, incluso años, escribiendo su libro. Después, lo presenta a una editorial, que es la encargada de decidir si publica o no el libro, y si lo elige, encarga una 1ª edición a una imprenta (es una fábrica donde las máquinas hacen muchas copias del libro, lo encuadernan y lo distribuyen por el mundo). Así, edición por edición.
Me pareció algo fabuloso saber que ese libro, antes de llegar a mis manos, había viajado tanto, que si hablara, tendría un millón de historias que contar sobre las personas a las que había conocido.
La explicación de mis padres me hizo pensar en otra cosa. ¿Pensaría el escritor del libro en mí cuando lo estaba escribiendo? Seguramente no pensaba en mí concretamente, pero me ilusionó la idea de saber que habría pensado en algún otro niño o niña como yo que en cualquier otro país se estaría haciendo las mismas preguntas que yo.
Empecé a leer el libro. Iba de aventuras, e inmediatamente me convertí en el pirata de esa historia. Mi objetivo era encontrar el tesoro y poder conseguir las monedas de oro para comprar un barco más grande y robusto con el que poder surcar los mares del planeta entero.
Me leí el libro en cuestión de días y en cuanto terminé, me di cuenta de algo muy importante: Leyendo, había aprendido a soñar.
He tenido una infancia muy interesante. He sido policía, pirata, princesa, detective, he viajado al espacio, París, Egipto… Y hoy que soy algo más mayor, sigo siendo todos esos personajes de los libros que leo.
Todos estos años me han hecho comprender que cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron, vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien desliza la mirada por sus páginas, su espíritu crece y se hace fuerte.
