El 10 de
septiembre de 2009, comenzaba uno de los viajes más maravillosos y trepidantes
de mi vida, un nuevo viaje rumbo a la excelencia que se convertiría en muy
especial. No pensé entonces que sería tan largo, pero en cuanto se me ofreció la
posibilidad de capitanear tan fantástica tripulación durante cinco años, decidí
compartir parte de mi vida con esos seres tan especiales. Algunos de ellos,
tuvieron que abandonar nuestra tripulación para cumplir su misión en otra nave,
y otros, se unieron más tarde a la nuestra. Pero todos ellos, impregnaron
nuestro espíritu con su excepcionalidad, y mi tripulación y yo, sentiremos sus
corazones latiendo con los nuestros cuando en cuatro días aterricemos.
A partir de
ese aterrizaje, cobrará mayor sentido lo que mi tripulación ha conocido,
aprendido, adquirido, sentido, reído, llorado o disfrutado. Será a partir de
entonces cuando mis tripulantes tengan la oportunidad de actuar libres conforme
a lo que aprendieron a ser, y elegir el camino correcto por el que seguir
viajando sin su capitana para convertirse en grandes personas.
Ahora, mientras ellos descansan y
leen, yo, desde mi cuadro de mandos, los observo y experimento una gran
melancolía por el poco tiempo que nos queda para seguir impregnándonos unos de
otros. Siento que me han
faltado ocasiones para enseñarles más, para educarlos, para mostrarles lo que me
gusta, para aprender de ellos, para conocerlos mejor, para divertirme entre sus
risas, para quererlos… Sé que formamos un
gran equipo que pronto se disolverá, pero me sosiega saber que cada uno de
nosotros seguirá su camino en nombre de las vivencias que un día nos unieron
para crecer. Qué vínculo tan extraordinario, intenso y fugaz… Tan profundo como
el firmamento que nos queda por recorrer…
Ojalá el
paso del tiempo no borre nunca de mi memoria la multitud de historias vividas
junto a mi tripulación. Afortunadamente, durante nuestras largas jornadas de
trabajo, hemos tenido muchas oportunidades de inmortalizar nuestros
aprendizajes, experiencias, vivencias, sentimientos, deseos y felicidad.
Siempre podremos acudir a nuestros testimonios e incluso seguir alimentando el
vínculo que nos une en la distancia, tal como un día nos comprometimos a hacer.
Yo ya tengo programadas varias rutas en mi nueva mesa de control: redAlumnos, blogger y taller de escritura 6th A.
Cuando
abandonemos la nave, echaré de menos sus rostros, sus sonrisas y sus
carcajadas. Incluso sus disgustos, sus enfados o sus impulsos incontrolados
traerán a mi memoria el maravilloso efecto de los cariñosos abracitos, la
madura reflexión o los valientes perdones. Querré traer a mi memoria sus besos,
sus abrazos, sus caritas suaves y el calor de sus manos. Me siento muy
afortunada por haber podido consolar sus llantos, aplaudir sus éxitos, ayudarlos
a superar sus fracasos, ser su confidente o verlos aprender y crecer felices. Estoy
tremendamente agradecida por haber podido formar parte de sus vidas. La
felicidad que me invade es enorme cuando ahora, vislumbro en sus rostros a los grandes
hombres y mujeres con valores que pueden cambiar el mundo.
Cuando era
joven, me imaginaba trabajando rodeada de niños adorables que me hacían sentir
especial… Pero nunca en sueños, pude sentir la calidez de la gran tripulación
que he tenido el placer de capitanear en una realidad que ha superado a la más atrevida
imaginación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario